Creía haberlo escuchado todo: anillos perdidos en el césped, tirados en el retrete, caídos durante un maratón, sumergidos en una copa de vino como una promesa de traición y bacterias, todo. Incluso podría agregar mi propia versión ya que durante un vuelo de 10 horas se me helaron los dedos reduciendo su tamaño encogiéndose, y al retirar el equipaje de mano, el anillo se deslizó y lo perdí.
Hoy he escuchado algo peor: una circunstancia que sólo puede ocurrir en la Comunidad Valenciana o en otro pueblo en que también se practique la terrible aunque interesante costumbre de jugar con los toros en la calle, els bous al carrer.
Un vecino, huyendo de un toro, se encaramó en la barrera. Una vez ido el toro, el vecino se dejó caer, pero su anillo quedó atrapado en la cabeza de un clavo de la barrera. Los noventa kilos del hombre hicieron el resto: el anillo seccionó el dedo y el hombre se quedó sin anillo y sin cuarto dedo.
2 comentarios:
Hay cosas a las que sólo un médico de urgencias puede asistir.
Ese médico de ojos claros, con quién intercambias guardias, y que conocemos de larga data, resolvió felizmente un suceso, en el mismo lugar donde ejerces ahora, hace unos 6-7 años, provocado por un anillo y un pene de un incauto.
Es bueno respetar los anillos. Como dice mi suegro: "coneixement".
Un abrazo
Eso es que no has visto Airbag
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