En los días sin pacientes, no renuncio a la medritura fundamentalmente porque en ella he encontrado productividad y sosiego. Mejor todavía, en esos días tengo más tiempo para decir y escribir que quien es medritor sigue siéndolo siempre: cuando escribe, cuando lee, cuando se encuentra frente al paciente y cuando no tiene nada qué hacer. Sin embargo, si el día es muy de andar por casa reconozco que además de leer y escribir la única cosa que me apetece es limpiar el patiecito, como escribía Ramón Palomares. Cortar el césped, podar los árboles, barrer las hojas son actividades que me producen placer y, cansancio permitiendo, me invitan a escribir. Para mí entonces, cuidar la tierra es de alguna manera una actividad literaria. Por Palomares, que limpiaba el patiecito. Por William Faulkner, que ante los funcionarios del censo americano se presentaba como agricultor. Ellos, obviamente, encontraron ventajas haciéndolo o escribiéndolo. Yo tengo claras las mías. La más obvia, dar el esquinazo a los jardineros ladrones. ¿No dicen los terapeutas familiares que todo se sostiene sobre lo económico? La principal en todo caso es que la naturaleza y sus elementos son todavía una de las pocas verdades a las que es posible asirse. Los mercados no engañan al viento y el agua no le hace caso a Internet aunque ésta pretenda lo contrario.Por eso tiemblo y disfruto con la azada y mis tijeras, incluso con el cortacésped y la motosierra. Cuando estoy lleno de tierra y sólo quiero ducharme para sentarme a escribir, la única duda que albergo es cómo debería llamarme: ¿jarditor o escrinero?
1 comentario:
Uno es lo que le ocupa la mayor parte de su tiempo. Yo he pasado por diversas etapas profesionales: Dormidor, estudiante, vago, lector, semoviente, librero, internauta, contable, padre, señor de la limpieza... Pero no reniego de ninguna, ni las puedo combinar pues me considero lego para ello: No puedo leer mientras friego, no puedo estudiar mientras duermo, no puedo ser librero mientras cuento, no puedo ser padre mientras navego.
Las pescabrerías a los jarditores, son lo mismo que los escrineros a los medritores.
Un placer leerle SZ
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