3 may 2013

Cuartiento de los amigos de CUARTIENTOS



CUARTIENTOS tiene amigos que se acercan a su autor, protestan cuando éste demora en actualizar la página, agradecen algún texto, critican otros, formulan opiniones y, en ocasiones, dan ideas, felices sugerencias. Son, sin lugar a dudas, los amigos más queridos de CUARTIENTOS y gracias a ellos este proyecto continúa y su autor se alimenta de él y enriquece su voz para aplicarla luego a otros proyectos.
Las sugerencias son todas maravillosas, nutritivas, hiperproteícas, y el autor, como una radio de pueblo, quisiera complacerlas todas, pero obviamente no es posible.
 
 
 
 
Hoy, sin embargo, ha recibido dos que es imposible no desarrollar aunque sea mínimamente.  La primera tiene que ver con la mejor forma posible de pagar la cuenta en un restaurante. En este tipo de situación, el cuartientólogo ha visto de todo. Está el comensal que salta de la mesa y paga él solo toda la cuenta a pesar de las protestas o en virtud del agradecimiento de sus compañeros. Está también el comensal que huye y, en el momento de pagar, sufre una urgencia miccional. Ha visto también el grupo de comensales, catalanes en su mayoría, en que cada uno aporta el importe exacto de su consumición o, mejor aún, aunque esto lo ha visto hacer a alemanes, no a catalanes, el grupo en que cada comensal pide que el camarero le cobre directamente el importe de lo consumido. Pues, un amigo de CUARTIENTOS ha referido el conocimiento de un grupo de amigos que se reunen en su restaurante y, en el momento de pagar la cuenta, aparece una bolsa en que cada comensal introduce de manera secreta su contribución. Cuando la cuenta regresa al punto de partida, se cuenta el dinero y, si no se ha alcanzado la suma necesaria, la bolsa vuelva a rodar de comensal en comensal.
 
 
 
 
La segunda sugerencia está relacionada con la lotería. Se trata de un vendedor de lotería que por años ofrece infructuosamente sus billetes a un parroquiano. Un viernes, el parroquiano finalmente accede y compra dos décimos.
-¿Para cuándo es esto? -le pregunta al vendedor después de pagarle.
-¿Y qué importa? -le responde éste marchándose-. Nunca toca.




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