Durante meses, mucho más en las
últimas semanas, en los últimos días, he pedido a las personas de
mi afecto que me expliquen qué es lo que sucede en Venezuela, cómo
se come -con qué cuchillo, con qué tenedor- ese arroz con mango en
que ha terminado convirtiéndose el país en que crecí y aprendí a vivir, amar y escribir.
-Es complicado - me dice mi madre-. Es
demasiado complicado.
Su respuesta no me vale. Por eso sigo
preguntando. Alguien me tiene que explicar cómo hace un venezolano
de bien -y conozco varios- para tolerar y aplaudir los discursos de
un Nicolás Maduro que a mí me parece un mequetrefe o por qué otros que también son de bien -me consta- permanecen apostados en la calle durante casi un mes como rezándole a las nubes para que de un solo aguacero se lleven a un hombre que seguramente quiere parecer más mequetrefe de lo que es.
-No es fácil - me dice el compañero
más brillante de la facultad y luego me envía el link de un video donde los
vecinos de El Hatillo cacerolean a un cantante identificado con el
gobierno.
No me basta obviamente aunque recuerdo que hubo una
época en que una canción de ese cantante me gustaba.
-No te preocupes por estas cosas -me
dice mi tía-. ¿Tú no estabas terminando una novela? Pues trabaja y
ya está. Esto no tiene solución.
Eso me dice, pero inmediatamente
comienza a contarme todo lo que no hay, lo que no se consigue: leche,
pan, harinas, papel higiénico.
-Tenemos cuatro rollos porque una amiga nos los trajo y a cambio le dimos no sé cuántos plátanos.
Luego me describe a una de las
estudiantes asesinadas en las manifestaciones.
-Era bellísima. Fíjate que fue Miss
Turismo hace apenas dos años.
-Pero, ¿por qué? - insisto en preguntarle.
-¿No te dijo tu madre que era
complicado, que no hay palabras para explicarlo?
Es absurdo, pero en el fondo entiendo el fondo de lo
que dice. A pesar de que siempre he creído en las palabras, sé que
hay cosas que no es fácil explicar con ellas.
Pongo como ejemplo el sur de Italia: la belleza generosa que en
ocasiones se torna ruin, la mafia, el arte, la camorra, la historia,
el silencio y la resignación de sus habitantes.. Hay que vivirlos de cerca, comer cientos de kilos de buena pasta, escuchar a Pino Daniele,
leer a Carlo Levi, enterrar un ser querido allí, haber hablado con sus
habitantes naturales miles de horas para luego, finalmente, tener
una idea de por qué sucede todo eso en una parte del mundo.
Algo parecido también pasa con los
gitanos en España:
-Es que nosotros somos así - me dijo
alguna vez un paciente vestido de flamenco.
Su así era largo y terrible,
un así que significaba muchas cosas: inexplicable, profundo, intrincado.
Pero yo sigo preguntando. ¿Por qué
tanto dolor? ¿Por qué tanto sufrimiento? ¿Por qué tanta
violencia en las calles en que aprendí a caminar? ¿Quién organiza
las marchas, las manifestaciones, las contramarchas, las guarimbas,
los colectivos, las barricadas? ¿Quién enseña a los soldados a matar? ¿Cómo es posible que la guardia nacional dedique sus saberes a maltratar adolescentes y minusválidos? ¿Por qué no se consigue la leche, la harina de las arepas? ¿Cómo puede hacer una anciana que conozco para saltar una barricada y procurarse una bolsa de alimentos?
Lo ignoro casi todo, qué duda cabe. También es verdad que siempre he sido
un analfabeta político,que nunca en mi vida, ni siquiera pretendiéndolo, he acertado en un proceso electoral o que he tenido frente a mí personas que ahora son líderes o incluso semidioses -hablo del mismo Chávez, de algún gobernador actual, de varios diputados de la Asamblea Nacional o de algún director regional de salud- y pensé que eran idiotas u orates.
-Mejor no sigas preguntando -me dice un amigo en un mensaje de facebook, como si yo estuviera haciendo algo peligroso.
-Pero, ¿por qué? Tiene que haber alguna razón, alguna
causa. Tiene que haber palabras que lo expliquen.
-Si estuvieras aquí lo entenderías
-me dice cariñosamente-, aquí con nosotros.
Me impresiona la belleza de sus palabras, pero obviamente ésta no basta, Yo continúo sin entender y sigo preguntando. Tiene que haber alguna forma verbal de explicar y entender cómo y por qué la Venezuela que conocí decidió irse al carajo.
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