De la palabra obeso nace un beso que multiplica su importancia cuando enlaza con la palabra mórbido. Pensándolo, comienzo a sentirme pleno, feliz, pero una pregunta lanzada de sopetón interrumpe mi sopor: "Y tú, ¿por que comenzaste a escribir?".
Siempre he creído que la escritura literaria nace de la lectura apasionada, como si fuera un parto silencioso, una secreta continuación.
Ahora que me han quitado el beso mórbido de la boca, me recuerdo tartamudo y con acné soñando con la mujer más bella del mundo mientras metía en el rodillo de la máquina de escribir mi primera cuartilla.
Entonces soñaba con un beso mórbido y éste no llegaba. Por eso comencé a escribir. ¿Por qué?
Por tímido.
Por tartamudo.
Porque tenía acné.
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