4 abr 2020

Por si acaso no volvemos a besarnos




Me voy a la cama con las peores imágenes y sensaciones del día en la cabeza, relacionadas con la pandemia actual. Para tranquilizarme, recurro a dos detalles buenos que logro recordar. El primero, un hombre junto a la estación de trenes. Vestía una chaqueta cuya espalda estaba decolorada por franjas y, grapado sobre estas últimas, un cártel: “Balmis”. Es necesario explicarlo. En España, la Unidad Militar de Emergencias ha prestado un invalorable servicio pulverizando calles, estaciones de tren, hospitales y paradas de autobuses con lejía. A este servicio (y otros añadidos alrededor de la evolución de la pandemia) le han llamado “Operación Balmis”. Francisco de Balmis y Santander fue un médico militar del siglo XVII que, entre otras cosas, proyectó y ejecutó el transporte y difusión de la vacuna contra la viruela en las colonias españolas utilizando como medio de transporte niños huérfanos en un viaje que ha sido novelado por Julia Álvarez y Javier Moro. No puedo asegurar que su biografía fuese conocida por el hombre de la chaqueta decolorada, pero sí que este se había sentado en un banco público un momento después de que la UME pasara y, en vez de llorar la chaqueta perdida, decidió quedársela como recuerdo del coronavirus, la UME y la “Operación Balmis”.

A partir de ello, recuerdo un par de chicos que vi a cien metros de la entrada del hospital. Se notaba en ellos la alegría de encontrarse. Normalmente se habrían abrazado y dado dos besos. Los codos parecían querer despegarse de las costillas y las mejillas se veía que luchaban por contener el gesto de aproximarse. Mejilla contra mejilla. Labios y saliva contra mejilla. Saliva que ahora consideramos microbiana, como si nunca lo hubiéramos sabido. Prefirieron mirarse tiernamente y compartir palabras dulces. Él preguntó: "¿Volveremos a besarnos? ". "No lo creo", respondió ella. Yo tampoco. En ese momento estuve convencido de que una de las cosas que se llevará el coronavirus será el beso social, pero eso ante tanta tragedia y destrucción es una tontería. Dolorosa e importante sí, pensé antes de conciliar el sueño, pero una tontería.

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