Lo que más
agradezco de los encuentros literarios de la primera juventud no es haber
conocido a grandes escritores cuyo trabajo con el tiempo ha sido reconocido y
que inevitablemente habría leído, sino haber podido leer y conocer a escritores
formidables que han vivido con discreción la grandeza de sus libros. A estos
quizá no los habría podido leer, al menos no sin dificultad, y son ellos, su
lectura, los que más alegría me han dado. Cómo negarlo: da a veces la sensación
de que la buena literatura en ocasiones se puede comprar en las grandes
superficies, pero mayormente circula por
canales subterráneos, milagrosos, como si se tratase de sustancias secretas.
Por estos
canales me han llegado en veinte años dos libros prodigiosos de Nicolás Melini
(Santa Cruz de la Palma, 1969). El primero fue El futbolista asesino (La Palma editorial, 2000). Apenas leído,
comencé a hablar y escribir de él, convencido de su maravilla. El segundo lo
acabo de cerrar, pero igual no lo suelto. Es Africanos en Madrid (Reino de Cordelia, 2017). En ambos libros, me
he sentido lector privilegiado y, como escritor, hermanado con el autor de las
páginas, como si yo mismo hubiera querido escribirlas alguna vez agregándoles
párrafos y enmiendas.
Una lectura
plana del libro podría limitarse a decir que en él Nicolás Melini describe o
narra sus encuentros en Madrid con personas nacidas en África y que estos
encuentros han sido favorecidos por la vocación intercultural de un escritor
que también es cineasta y tiene una hija que se llama Aisatu. Pero el libro es
más que eso, es mucho más. En Africanos
en Madrid, desnudo de ideas, simplemente narrando (evidenciando) hechos,
Melini se sumerge en esa aparente otredad que significa África en el contexto
español y desde diferentes perspectivas describe la vida (a veces maravillosa,
a veces no tanto) de varios africanos en una ciudad infatigable como Madrid.
Hay manteros que huyen de la policía, hay africanos con DNI que hacen correr a
la policía. Hay hombres españoles que aman a mujeres africanas y hay hombres
africanos que son amados por mujeres españolas. Y, por amados y necesitados,
limitados, coartados, indocumentados, como en cualquier otra relación.
Incluso el
último texto que es una nota necrológica del profesor El Hadji Amadou Ndoye
podría ser para quien no conoció a este hispanista un gran relato de ficción en
que el narrador canario, Melini otra vez, contacta con su propia africanidad.
Este libro
físicamente es rectangular, pero luego de leerlo me resulta redondo. Por eso me
gusta, Melini.
(texto publicado en el suplemento Quaderns del periódico Mediterráneo el 18 de marzo de 2018 con el título "Per això m'agrada, Melini".)
1 comentario:
Me entraron ganas de leerlo.
Es bueno conocer los personajes clandestinos,dentro y fuera de uno mismo.
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