Como
si se tratase de un dinosaurio o una cabina telefónica, pregunto a amigos y
conocidos por la belleza interna. ¿Qué pasó con ella? ¿A dónde fue a parar?
¿Quién la ha visto últimamente?
Pocos
me responden y quienes lo hacen seguro preferirían salir en la tele hablando de
esta primavera como la más rara que nunca han visto.
Se
refieren a ella en pasado como una cosa que hombres y mujeres llevaban dentro.
Era una mezcla de ideales y sentimientos, principios y valores. Usan para
describirla palabras tan anacrónicas como la palabra anacrónica.
Una
anciana, en la plaza, consciente del peligro actual de hablar de los humanos, le
quita pensamiento a la expresión y me habla de alimentos: “Es como la fruta que
crece en el campo; no es bonita como la del super, pero por dentro está buena”.
La entiendo porque alguna vez escribí un artículo en el mismo tono sobre la
novela.
Continúo
indagando y descubro con alivio que la belleza interna no ha muerto: existe
todavía aunque ha cambiado de traje. La encuentro, cómo no, en el tren y luego
en el gimnasio. Ya no se trata de ideales y sentimientos: ¿qué es eso? Ahora la
belleza interna se expresa en números, responde a protocolos y escalas y se mide
en unidades.
Son
bellos por dentro ahora los seres humanos que se cuidan. Por eso su belleza se
expresa en los kilómetros que corren, las calorías que consumen y eliminan, en
los miligramos por decilitro de su colesterol.
No
voy a ser yo quien se ponga nostálgico por este cambio. Mucho menos cuando he
encontrado algo que creía perdido y puedo constatar que, igual que antes,
continúa contribuyendo a su expresión más superficial, la belleza del afuera.
Tan solo me permito una pregunta relacionada, ¿por qué no?, con la literatura. A partir de este cambio, ¿cómo se escribirían ahora los libros santos, los clásicos e incluso la novela maravillosa del siglo XIX?
Tan solo me permito una pregunta relacionada, ¿por qué no?, con la literatura. A partir de este cambio, ¿cómo se escribirían ahora los libros santos, los clásicos e incluso la novela maravillosa del siglo XIX?
Ayúdame tú, lector, a responderme o no me ayudes ya que creo tener la respuesta. Tienes toda la razón, la pregunta es innecesaria, anacrónica e injusta. Carece de respuesta porque ninguno de esos libros podría ser escrito nuevamente, mucho menos en la actualidad.
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