Olvídese de libros y películas. No hable de El Padrino. No piense en nada de eso. Las palabras se las lleva el viento y, no sea tonto, deje de pensar que esto último le parece bonito. Usted tiene que sembrar, plantar las tomateras. Plante también calabacines y pimientos. Lechuga, que en esta tierra se da muy bien. Una vez a la semana écheles sulfato. Una vez a la semana. Estoy hablando de las tomateras. Sulfato desde arriba, pulverizado como si fuera agua del cielo desde la punta de la planta. Después usted verá, en las tardes conocerá la belleza. Qué maravilla cuando la mujer se pone un delantal. Un delantal grande sobre las ropas de domingo. Y se va al campo y recoge cinco tomates, dos calabacines y una lechuga. Eso es una belleza que produce vicio. Verla entrar en la casa con el delantal recogido. El momento en que vierte su contenido sobre la mesa de la cocina. Es una delicia. Mírela cómo sonríe. Da gusto comer esa ensalada.
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