18 dic 2013

Tu sujetador tus calcetines


Para entender qué significaba el mensaje recibido ("Tienes mi sujetador y mis calcetines") el médico de guardia tuvo que recordar, entre fractura de rótula izquierda y abdominalgia inespecífica, que desde hacía tres meses salía con Raquel, que seguía creyendo que Raquel estaba buenísima, que tenía una mochila para las guardias, que la noche anterior a las guardias preparaba un juego de calzoncillos y calcetines, que quizás lo suyo con Raquel tenía todavía un largo recorrido, que colocaba calcetines y calzoncillos sobre el galán para recogerlos en la mañana antes de partir y meterlos en la mochila, que Raquel se quedaba ciertas noches en el apartamento, que a veces ella también colocaba sobre el galán su sujetador y sus calcetines, que esa mañana se había despertado con cinco minutos de retraso y lo había hecho todo muy de prisa, que la prisa es una mala compañía, que cuando se despertaba no encendía la luz para no despertar a Raquel y que seguramente en lugar de coger su juego había cogido el de Raquel. Todo para darse cuenta que después de una guardia de veinticuatro horas, luego de ducharse, no podría cambiarse de calcetines ni de calzoncillos porque los había dejado sobre el galán, a sesenta centímetros de sus cuarenta y siete kilos.

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