Lo he pensado y repensado. Tanto que lo he pensado que tengo varios meses sin publicar en el blog a pesar de tener varios borradores en la lista de espera. Estoy hablando de Cuartientos y de la necesidad de dejarlo. Me he divertido mucho escribiéndolos, los cuartientos de Cuartientos. "Eso me suena a poco y resulta repetitivo", podría decir el amigo más crítico, siempre transgénero. También leyendo alguno. "Igual de poco", El asunto es que en algún momento de estos quince años (catorce, trece o dieciséis, ¿acaso no es lo mismo?) transcurridos desde el primer cuartiento he tenido la sensación de que había una comunidad alrededor de ellos. Quizá hablo desde el deseo, pero creo haberlo vivido. "Ya comenzamos con imprecisiones". Quien habla ahora no es el amigo hormonado sino un estudioso de redes sociales y seguramente me rebate con el número de visitas por año, que (debo admitirlo) nunca fueron escandalosas. Pero igual yo recuerdo haber visto personas entusiasmadas con algunos neologismos generados en el blog o a partir de su lectura. Medritor, medritura, el mismo cuartiento. En su trayecto esos términos nunca viajaron solos sino con la intención explícita de fusionar dos discursos: el médico y el literario e incluso, más allá del discurso y de su aparente superficialidad, de analizar con herramientas del pensamiento médico páginas literarias y hacer lo contrario (no estoy hablando de dejar de pensar sino de usar la mirada literaria) en situaciones médicas. Eso fue lo que se intentó, lo que se quiso hacer y creo que se logró al menos en parte.
"¿Y por qué lo dejas, Slavko?", preguntará el amigo de Alessandro que grita mi nombre cuando paso por el colegio haciendo de taxista.
Porque "todo tiene su final", pero fundamentalmente porque han pasado ya quince años (en el blog y en mí mismo) y, para bien o para mal, no todos han sido comiendo arepas. Desde la actual perspectiva no veo con la misma frescura el asunto de las redes sociales y la divulgación del pensamiento a través de ellas. Me quedo en esta terraza de la vida con el libro, a pesar de que también es volátil, tiene el riesgo de convertirse en ladrillo y hace que el escritor dependa de editoriales y editores. Pero alguien tiene que quedarse con él porque si no dejarán de talar árboles, las librerías se convertirán en peluquerías y los remates de libros en burdeles.
El asunto es que Cuartientos se va aunque (para contradecirme otra vez) puede que algún día vuelva. Pero hoy se va, se fue ya y, para que no haya lágrimas ni tristeza, lo hace cantando una canción que el blog generó y que de alguna manera es su himno secreto. Con ustedes, Juan Diego Jaén Bayarri en "El hombre pomada".
Post scriptum número 1: Nunca permitas que tu hijo lea a escondidas el contenido de este blog. Muéstraselo tú mismo.
Post scriptum número 2: este cuartiento ha sido jaqueado (sic) por un fas(cine)r(oso) lector para introducir la canción "No me amenaces" de José Alfredo Jiménez.
Y post scriptum número 3: Que lo he entendido y me voy. Chao pescao, queridos cuartientos.