16 dic 2015

Pescabros




Vuelven a su origen los pescabros. Se escapan de la bolsa en el puerto y empiezan a nadar junto al pescado congelado. Los libros se deshacen. El pescado también. Espanta la tragedia de la pobre merluza: pierde solidez pero luego se hunde y, sin que llegue al fondo, los bichos comienzan a desgarrarla. Así se funden letras y escamas. De El principito sólo quedan una "i" y una "c" perdida, que no sabe qué hacer. ¿Quién le dijo al pescadero que también podía vender libros? ¿Quién se lo permitió? Menos mal que de La soledad de los números primos se forma tu nombre. Pensar que no quería comprarlo y me lo traje no más porque estaba barato. Menos mal, menos mal. Esas siete letras y la infusión que bebimos es lo único que ahora queda de los pescabros comprados.