27 sept 2018

Reivindicación de Turkey



Cuando Enrique Vila Matas publicó Bartleby y compañía (Anagrama, 2000), quienes inmediatamente empezamos a adorar ese libro leímos otra vez a Herman Melville para encontrarnos con el escribiente Bartleby. Presentado por Vila Matas, relacionado con los escritores de obra amputada, que habían dejado de escribir o que nunca lo habían hecho, el escribiente Bartleby se antojaba encantador. La oración "preferiría no hacerlo" vinculada con el no escribir, que en realidad es la exageración extendida a lo largo de toda la vida del miedo matutino que impregna la vida de la mayoría de los escritores,  resulta(ba) atractiva y engancha(ba), fundamentalmente porque a partir de ella Vila Matas había construido un libro precioso. Fue por eso y no por otra cosa que empezamos a querer a Bartleby. También es verdad que antes de Vila Matas está el propio texto de Melville y la edición que de este hizo Bruguera: cubierta diseñada por Mario Eskenazy, prólogo y traducción de Jorge Luis Borges. Por todo ello comenzaron a proliferar libros que citaban a Vila Matas y nombraban a Bartleby, editoriales y librerías bellísimas que usaban su nombre como bandera, empresas que obviamente Bartleby habría preferido no acometer.


Bartleby en verdad es un personaje que carece de encanto. Inmóvil, pálido, desolado y morigerado desde el primer momento en que aparece en el relato. Fue contratado para influir positivamente en los dos copistas que ya trabajaban en el despacho: Turkey y Snipers, el primero de arrebatado carácter matutino, el segundo fogoso y ocupado en trapicheos. Durante los primeros dos días desempeña sus funciones de manera extraordinaria, pero ya al tercer día, cuando se le pide confrontar copia y original con su jefe-narrador pronuncia su inevitable "preferiría no hacerlo". A partir de allí, la repite ante toda propuesta que se le formula. Gris y pálido, por hacer, no hace nada. No habla, no participa, no copia. Incluso al final del relato se niega a renunciar y dejar de dormir durante las noches en el despacho. Pasivo y agresivo, obliga al abogado agregado a la Suprema Corte de New York a mudarse, dejando a Bartleby como mueble olvidado en un rincón. Para imaginárselo en la actualidad, habría que recordar a un huésped incómodo que permanece eternamente sentado en la mesa de la cocina, no saluda a los niños y, sobre todo, se niega abandonar la casa en el tercero, el cuarto y el trigésimo día. Aunque es inglés, como el relato sucede en New York, habría que diagnosticarlo con el DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders): rasgos evitativos y esquizotípicos de personalidad. Más importante es que universalmente sería, ha sido y es un personaje incómodo, un amanuense silencioso e inútil, raro, gris, a quien solo el carácter pacífico y carente de ambición de su abogado-jefe-narrador puede encontrar interés.



Por si fuera poco, contrapuesto a Bartleby, en ese mismo relato de Melville hay un personaje fascinante. Se trata de Turkey, un copista también inglés que resplandece en las mañanas pero que se va apagando progresivamente a partir de las doce. Este declinar hace que en las tardes se descuide al mojar la pluma en el tintero y manche originales y copias llegando a mortificar a compañeros y jefe. Es, qué duda cabe, un personaje incómodo, pero florido, productivo. Una especie de Sancho Panza eficaz durante cuatro horas. "Sus trajes parecían grasientos y olían a comida. En verano usaba pantalones grandes y bolsudos. Sus sacos eran execrables; el sombrero no se podía tocar... Una vez humedeció con la lengua un bizcocho de jengibre y los estampó como sello en un título hipotecario".
Obviamente cada escritor elige el personaje que quiere. Y en el relato de Melville, Vila Matas eligió a Bartleby. Yo, sin posibilidad de duda, solo por el bizcocho de jengibre y la hipomanía matutina habría elegido a Turkey. Es mi personaje favorito de todo el relato. Si a partir de ahora veo en el Levante que habito una panadería, una tienda de jardinería o una carnicería que lleve su nombre, prometo ser cliente fiel. 

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