7 ene 2014

El grito del paciente psiquiátrico


No puede gustar a nadie el grito que nace de la desesperación y pretende ahuyentar con sus decibelios una fuerza que el paciente vive como enemiga.
-Quiero matar al psiquiatra- recuerdo que gritaba un paciente en El Peñón de Baruta y las enfermeras me llamaron, para que me matara de una buena vez o para que yo lo contuviera farmacológicamente.
Estos gritos, repetitivos, incansables, no suelen preocuparse por la disfonía sucesiva. Así, en caso de que no hubiera contención alguna o si la usada no funciona, un paciente puede estar gritando horas y horas:
-La psiquiatra es una puta. La psiquiatra es una puta.
O amenazando:
-Los voy a matar a todos. A todos. A todos.
En ocasiones es el paciente psicótico, pero también el maníaco. En otras ocasiones, es el trastorno de personalidad, mitad psicopático, intoxicado, mitad border.
-Te voy a violar, a ti y a ti, hijo de puta. Negro de mierda.
Sus gritos desesperan y, fundamentalmente, en familiares e incluso en algunos trabajadores hospitalarios, generan impotencia. Ésta, que nace de la gravedad de la situación pero también de la ignorancia, es la que a veces obliga a sonreír: una lectura aunque inadecuada cariñosa, en clave de humor, de la situación del paciente.
El médico, el psiquiatra, no ríe o sólo lo hace si novicio. Valora fuerza, peso, contenido, efectos adversos, los relaciona con la dosis a administrar. Pero a él también le resultará inevitable relacionar lo que escucha con lo propio, aquello que arrastra y vive como persona.
Sucedió frente a mí hace algunos años en un hospital valenciano en que se usaban mucho los diminutivos y, por tanto, la palabra "miqueta". A mí, ese día, me habían postergado el cumplimiento de una promesa humana, personal ("Tendrás que esperar una miqueta"), y me habían aumentado las horas de trabajo ("No te preocupes, es sólo una miqueta"). Al rato llegó un paciente agitado que no entendía mucho valenciano y, luego de escuchar a los residentes decir que para cambiarlo de camilla habría que inmovilizarlo una  miqueta, comenzó a gritar indefinidamente.
-A la mierda las miquetas. A la mierda las miquetas. A la mierda las miquetas.
No sólo reí sino que también le di la razón.
-A la mierda las miquetas -me dije a mí mismo sin que le fuera posible a nadie el oírme-. A la mierda las miquetas

2 comentarios:

Jaime dijo...

https://www.facebook.com/pages/Psiquiatria-la-industria-de-la-muerte/279203718776836

Slavko Zupcic dijo...

Conozco el documental cuya visualización sugiere Jaime, pero tampoco me dice mucho. Lo dejo allí por si a alguien interesa, pero en caso de agitación o crisis psicótica incluso el autor del documental agradecería la administración de un antipsicótico, no importa si típico.