Desde el primer
momento le interesó su pasión por
Einstein. Se veía que ella conocía a fondo su biografía y, como él había
comenzado un máster en física teórica, le solicitó amistad y comenzaron a
chatear. Ella dejó entonces de publicar pasajes biográficos y comenzó con las
citas. ”Locura es hacer lo mismo una y otra vez. Albert Einstein”. A él le
extrañó que Einstein hubiese escrito eso, pero era probable: había escrito y
dicho tantas cosas. No le comentó nada y, al día siguiente, acordaron pasar un
fin de semana en Port Saplaya.
Antes de encontrarse,
en la estación de trenes de Valencia, ella publicó cinco palabras que
igualmente atribuyó a Einstein: “Nadie entiende la mecánica cuántica”. Vivieron
un fin de semana de sol y playa. El asunto prometía y sentían que casi
seguramente volverían a encontrarse.
Cuando él llegó a
casa, leyó lo que ella había publicado: “Mi amor nació en un barquito frente a los edificios de Port Saplaya. Albert Einstein”. Así él pudo comprobar que las otras dos citas también
eran falsas por lo que, en lugar de llamarla para decirle que ya la extrañaba,
la eliminó de su lista de amigos.
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