15 may 2017

Una lección de estriptís



Quien descubre que la maestra de sus hijos, la vecina o la mujer que le vende el pescado es o ha sido una deslumbrante vedette lo menos que puede hacer es sorprenderse. Verificará el nombre y los apellidos. Se atreverá incluso a meterlos en google. Luego, durante por lo menos un minuto, frente a la fotografía que deshace la venda que le tapaba los ojos, permanecerá con la boca abierta y lamentará sus precariedades. ¿Cómo pudo no intuirlo? ¿Qué catarata le nublaba la vista para que no se diera cuenta de lo que sucedía ante sus ojos? Esa sorpresa es una cosa bonita de la vida, parecida al WhatsApp que le llegó el otro día sobre el estriptís: “No todo el mundo puede hacer un buen estriptís aunque cualquiera te puede sorprender haciéndolo”. Pero lo que sucede en esta cuartilla es diferente. Aquí tenemos un individuo que durante cinco años ha coincidido con una persona, ha intercambiado saludos y quizá alguna expresión sobre el tiempo. “Qué frío, qué calor”. “Así no se puede”. Quizá incluso alguna vez han estado a punto de discutir esperando turno en la charcutería. “¿Está segura que usted va primero que yo?”. O cuando le hizo llegar algunas anotaciones sobre la conducta de la hija mayor. “De inculcarle valores a mis hijos me ocupo yo, usted enséñeles matemáticas”. Ésas fueron las palabras que le escribió en la agenda escolar. Un trato seco, cortante, que nunca dio pie a la confianza. Siempre la vio vestida con ropas anchas y nunca le prestó mayor atención a su rostro. Hay que decirlo porque sucede a menudo. Para él ella era una persona cualquiera. Una más del entorno, como aquel árbol o la enredadera de la plaza. Ahora en la foto es absolutamente distinta. Flores, brillantina, seda, desnudez, incluso belleza.  Cuando enseña la foto a los compañeros del trabajo, la respuesta es unánime: “Macho, la maestra de tus hijos es espectacular. Qué envidia”. Nuestro Cristóbal Colón permanece en silencio y ya ni siquiera mira la foto. Diga lo que diga la peña, sólo él sabe lo que pasará de ahora en adelante: sencillamente nada. Se esforzará en que todo siga igual y el trato con ella no cambiará, no ha de cambiar, para nada.

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