27 ene 2012

PREGUNTAS DE GÁBOR



El futuro no es nuestro ha sido presentado ayer en Hungría. Éstas son 3 + 1 preguntas, con sus respuestas, formuladas por Gábor Kester, quien ha traducido y defendido esta versión húngara del proyecto de Diego Trelles Paz.


1. Slavko, han pasado tres años desde que la primera edición impresa de El futuro no es nuestro se publicó en Argentina. ¿Qué opinas, ha cambiado la situación o el futuro sigue sin ser nuestro?
Nunca lo será. Lo del futuro no es nuestro nació en un evento celebrado en Bogotá en el año 2007. Estaba Daniel Morzinsky haciendo una fotografía de un grupo que todavía se llama Bogota 39 y preguntó hacia dónde apuntaba el futuro de la literatura latinoamericana y todos señalaron en direcciones diferentes. Así aparecen en la foto que mortalizó (sic) Morzinsky. Yo una excusa la tengo: antes de la pregunta de Morzinsky, había bebido dos cervezas y, en el momento en que todos respondieron, el del clic de la foto, yo aparezco caminando hacia el baño del restaurante, uno de los más importantes de Bogotá.
2. Un lector húngaro no tiene mucha oportunidad de obtener una visión general de la vida literaria en América Latina. ¿Hay diálogo entre escritores y lectores? ¿Existe esa alianza germinal que Diego menciona en el prólogo? Si ha habido cambios, ¿quién o qué los produjo?

Seguramente por vicio y deformación, o por precariedad, no termino de entender la importancia del diálogo entre escritores y lectores. El escritor tiene y lanza su voz, la lanza como soliloquio y y algún lector la escoge y coge, como si viniera de ninguna parte. ¿Para qué mas? Todo lo otro es un asunto tecnocrático de editores y libreros. Sobre Latinoamérica, estoy convencido de que como escritor venezolano que creció a cincuenta kilómetros del Mar Caribe y que actualmente vive a tres kilómetros del Mediterráneo puedo no tener nada que ver con un escritor argentino o con uno que deforme las teclas del ordenador a mi lado. Hay un espejismo que desde España siento europeo y es el de creer que por hablar la misma lengua venezolanos, cubanos, argentinos y chilenos son la misma cosa lterariamente hablando.  Quien así lo crea que los invite a comer para que vea que no tienen que ver unos con otros. Diego Trelles, el promotor de esta divertida idea de El Futuro no es nuestro lo ha hecho y el resultado ha sido mucho más que interesante. La publicación del libro en al menos cinco países latinoamericanos es un logro importante. Implica un cambio, que sin lugar a dudas tiene que ver con las tecnologías que ahora manejamos. Salvando las distancias, Trelles ha hecho de Balcells, pero ahora todos éramos muchos más y como si se tratara de una película de Wenders estábamos tan lejos y tan cerca.


3. Al fin la antología nos ofrece un pedacito de la literatura contemporánea latinoamericana. Pero el mundo editorial húngaro tiene muchas y grandes deudas, el público húngaro conoce muy pocos autores de las generaciones que seguían a los del boom y os precedían a vosotros. ¿Podrías recomendarnos unos cuantos de Venezuela? Y, ¿por qué ellos?
Cuando yo empecé a pensar que podía alguna vez terminar siendo un escritor vi un programa de televisión en que un joven estudiante de literatura se ganaba un millón de bolívares (entonces era una fortuna) respondiendo preguntas sobre literatura venezolana. Quise ser entonces un escritor venezolano, formar parte del asunto literario del país. Me convencí de que se trataba de un proceso, de un gran muro en el que cada escritor aportaba el ladrillo de su obra. En esa época mis autores preferidos eran, de la primera mitad del siglo XX, José Rafael Pocaterra (por valenciano, por narrador ágil, por escritor comprometido y por "Memorias de un venezolano en la decadencia") y, de la segunda mitad, Jose Balza (por estilista, experimental y por los relatos de "La mujer de espaldas"). Sigo pensando que son grandes escritores, pero ya no me interesa tanto el asunto de la literatura venezolana. Igual los leo siempre, pero no por venezolanos, sino porque son dos de los autores que más me gustan. Añadiría otros, que se encuentran en el arco cronológico que dibuja la pregunta. Antonio López Ortega (porque más de una vez me he encontrado plagiando el desenlace de su breve cuento "Casa natal"), Ednodio Quintero (porque en un taller que junto a Sergio Pitol dictó en Barquisimeto en 1994 me regaló el derecho de considerarme su discípulo) y, tres años más anciano que yo, Juan Carlos Méndez Guédez (por "El libro de Ester", porque en los útimos diez años ha montado en Madrid una verdadera industria narrativa y porque es mi amigo).


+1. Slavko, naciste en Valencia, Venezuela, pero desde hace muchos años, si tu biografía no me engaña, vives en la Valencia de España. ¿Qué diferencias ves entre las oportunidades para escritores en los dos países? Para llegar al éxito, ¿se puede seguir el mismo camino en Venezuela que en España?

Mi bivalencianidad es producto del azar. Los dispositivos móviles (estilo Blackberry y otras cochinadas parecidas) me ubican siempre "cerca de Valencia". en los primeros años de mi vida en un pueblito que se llama La Entrada y que está ubicado a doce kilómetros de la Valencia venezolana y ahora en Puzol, a veinte kilómetros de la española. Aquí llegué de manera azarosa persiguiendo a Giuliana y a mis hijos. No hubo ninguna deliberación literaria al respecto. No podía haberla porque, además, estoy convencido de que oportunidades para los escritores no hay en ninguna parte. Hablando de azar, es algo muy parecido a la lotería. ¿dónde es más fácil ganar la lotería, en España o en Venezuela? Imposible responder. La lotería es una mierda siempre. Y la literatura también aunque además de suerte también requiera talento. Pero a mí la literatura me gusta y la lotería no. Conozco un personaje (aparece en mi último libro de relatos -Médicos taxistas, escritores- donde por cierto está incluido el relato de la antología) que se hace llamar "el peor escritor del mundo" y estaría absolutamente de acuerdo conmigo.
-¿Éxito literario? Si me llego a enterar que el éxito es posible en literatura me retiro. Yo estoy metido en esto porque quiero sufrir, porque me gusta llorar y escribir que lloro para luego, cuando los editores y los lectores me maltraten, llorar sobre lo que he escrito.
Se llama Fausto Porai, es un masoquista, el pobre, enfermo como tú y como yo.

1 comentario:

Unknown dijo...

Como en casi todo de acuerdo. Brillantes respuestas ante escasas preguntas.
Lo unica en lo que quizá disienta en parte, es en que si bien los escritores (sean como sean de consagrados) siempre lo hacemos porque nos gusta, porque lo vivimos, casi como la comida... Pero siempre lo hacemos pensando en alguien y para alguien... Un niño que un adulto, un hombre o una mujer, jóvenes y viejitos..., pensando en tus hijos, en tu esposa, en un amig@, alguna situación hace saltar la chispa...
Brillante...