30 mar 2015

Olivos milenarios



(fotografía de Arturo Esteve)

Mientras yo revisaba el libro Olivos milenarios y monumentales de la provincia de Castellón, hermoso trabajo de Arturo Esteve, ayer mi niña pequeña trajo de la iglesia una rama de olivo. No era una ramita ni una colección de hojas: era una rama, una rama verdadera que, puesta sobre la mesa, ocupaba cuatro veces el espacio del libro abierto. No era una simple casualidad. En primer lugar, en estas provincias el olivo (el árbol, sus frutos y derivados), omnipresente, está en la ducha, en el desayuno, en el almuerzo, en la comida, junto a las cervezas con los amigos, en la iglesia, en el jardín, en el camino, frente al hospital e incluso en el cementerio. En segundo, ayer era domingo de ramos y quizá yo sabía que a mi hija, que prepara con esmero su primera comunión, le darían en la iglesia una rama de olivo y que ella la traería luego a casa: no la acompañé, pero me preparé para recibirla, a mi manera, en el tema de su llegada. En tercero, las casualidades no existen.
-El problema es que no puedo hacer una cruz con esta rama.
-¿Cómo una cruz? -preguntó ella, que por mi negativa a acompañarla los domingos a misa no tiene ni remota idea de las horas que yo de niño empeñé como monaguillo en la iglesia de La Entrada.
-Es que el Padre Pedrón nos daba una o varias hojas de palma y, con ellas, hacíamos cruces y todo tipo de figuras.
-Qué pena -lo lamenta un poco, pero inmediatamente se interesa por el libro: -¿De qué va?
-Casualmente de olivos. ¿Me acompañas?
Juntos disfrutamos sus fotos. Nada como un olivo para retratar el paso del tiempo. En su corteza, dejan huellas las heladas, los incendios, las sequías prolongadas. Estos árboles arropan con su tronco. Hablan, recitan la historia de la zona y, por si fuera poco, producen un aceite inmejorable, destilado de sí mismo, que alguna vez ha bañado las tostadas de mi desayuno.
Luego, fue ella quien, a la altura del sexto o séptimo olivo milenario, se dio cuenta que junto a cada fotografía había un refrán, una voz popular relacionada con el tema. 
-Mira lo que dice allí: "Hombre fantasmón, poco aceite y mucho algodón".
Comenzamos entonces un nuevo paseo dentro del libro.
-Éste está mucho mejor -le dije yo: "A la miel las golosas. Al aceite las hermosas".
-O éste -replicó ella-, con él incluso podrías escribir un cuaratiento.
-No son cuaratientos. Se trata de cuartientos.
-Los tientos esos. Lee bien y copia. Tiene que ver con la medritura: "Con aceite de candil, mil males curar vi".

Post-scriptum a  manera de fe de erratas: durante cuatro días, este blog (y en su corazón, este cuartiento) ha atribuido la autoría del libro Olivos milenarios y monumentales de la provincia de Castellón a una persona que no era Arturo Esteve. Molt mal fet. No culpo a nadie sino a mí mismo y mucho agradezco la oportuna observación de Don Miguel Rosa, que me ha permitido corregir el terrible error hoy sábado santo de 2015. Moltes gracies. S.Z.

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