28 mar 2016

Y los Beatles, ¿cuándo?




Una amiga me escribe desde La Habana y me cuenta que fue al concierto de los Rolling Stones. A pesar del gentío, la pasó bien, pero hubo una cosa que la impactó profundamente, hasta el punto de recordarla como la más importante de la velada. Al final del concierto, una anciana que estaba a su lado se dirigió a sus nietos y les hizo una única pregunta: "Y los Beatles, ¿cuándo?".
No intentaré reproducir aquí los apuros que pasaron los muchachos al intentar responderle, pero no puedo no aprovechar la oportunidad de su pregunta para evidenciar la boludez que significa, no presentar a The Rolling Stones en La Habana de hoy, sino intentar vender los siete minutos que esta vez duró "Satisfaction" como un gesto relacionado con la apertura, el cambio ("Las cosas están cambiando, ¿no?", preguntó Jagger al público) o el deshielo. No hay ninguna duda, The Rolling Stones es un gran grupo y los siglos que suman las caderas de sus integrantes nos llenan de esperanza a todos. Son tan buenos y obvios que es imposible hablar mal de ellos. Eso son Mick Jagger y sus amigos como músicos, pero como motor de esperanza política resultan pesados y anacrónicos como un avión soviético (de marca Lada). No tienen nada que ver con la Cuba de hoy. Primero porque al pueblo cubano los únicos Rolling que le importan son los propios Castro, que terminen de rodar y desaparecer. Segundo porque el evento tuvo más promoción en el resto de occidente que en la propia Cuba. Tercero, porque el daño que han hecho los Castro es irreparable y por eso es que, aunque lleven a los Rolling diez veces más si encuentran el dinero para pagarles, no pueden presentar ya a los Beatles. Porque por mucho que se intente retroceder el tiempo como si fuera la cinta de una película, hacerlo bien es imposible y John Lennon murió hace tanto tiempo y Cabrera Infante tuvo que partir y Reinaldo Arenas también y mucha gente desconocida ha sufrido y llorado en silencio (dentro y fuera de la isla) por culpa de Raúl y Fidel. 
No es que yo quiera vender desesperanza. Es que no veo razones para sostener la esperanza.Y la miseria que han sembrado los Rolling Castros no puede ser redimida por ningún concierto.

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