6 oct 2015

En busca de las líneas perdidas



Caminan casi a escondidas por las calles periféricas, lejos de la plaza de toros, de la estación de autobuses. Buscan una mercancía secreta que igual que la cocaína y la marihuana exige un trapicheo secreto. Parecen fumadores buscando un lugar donde ejercer de fumadores en el aeropuerto. Aquello que persiguen hasta hace muy poco era mercancía libre y se vendía en los lugares principales.Comprarla y abrirla a la vista de todos era un hecho común pero de la misma forma un acto noble. Ahora todo ha cambiado y los lugares de comprar, como los dinosaurios, han ido desapareciendo. Cada vez están más lejos de cualquier parte. Cada vez más. Y el mismo producto que antaño era motivo de orgullo ahora ante muchos resulta vetusto y anacrónico. Ésas son las razones del trapicheo. Por eso van de un lado a otro, cada  vez más lejanos. Sólo algunos bares y papelerías todavía los tienen, más como reclamo para que el cliente compre otras cosas que por el artículo en sí. Sus líneas de alguna forma se han perdido y pocos lo lamentan, porque no han dejado de existir aunque de otras formas. Que nadie estigmatice ya que no sólo tiene que ver con la lectura el asunto. Este artículo no sólo servía para leer, también para limpiar los cristales, para recoger la basura y para aplastar las sardinas. Era (la recordamos todavía, a veces incluso la tocamos, la leemos) la versión impresa del periódico.

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